Pulpos Day (II)

26/06/2020 Desactivado Por Anna Val

Alto, delgado, de media melena morena y con aires de «Apolo», un hombre inquieto miraba de manera obstinada el precipicio del mirador. Por un instante creí que iba a lanzarse al vacío.

Sin saber qué hacer ante una situación tan ambigua como aquella, le observé desde una distancia prudente, segura, pues no quería sorprenderle por si acaso… Pero el aroma de mi intenso perfume a canela y sueños de oriente, delató mi presencia haciéndome visible para aquella figura atormentada, que rápidamente dio un giro brusco e inesperado mirándome sorprendido, pero a la vez, complacido de que yo estuviera allí.

Sus ojos almendrados y su ceño arrugado, dibujaban en su rostro una intensa mirada que me golpeó con fuerza, provocando que se activaran mis recuerdos y estos bucearan entre los circuitos ocultos de mi mente en busca de alguna imagen, alguna vivencia de mi pasado, en la que, aquel hombre, hubiese estado presente.

Mientras el silencio y la brisa conversaban para apaciguar la tensión que en aquellos momentos invadía, de manera involuntaria aquel inesperado encuentro, nuestras miradas, desconfiadas, anhelaban encontrarse envueltas entre la complicidad.

Entonces, deslizó su mano por su cabeza y entrelazando sus oscuros cabellos entre sus dedos, dijo con voz temblorosa:

– Estoy buscando a mi amigo, un tipo normal. ¿Le has visto?

Tan sólo tuve fuerzas para esbozar un simple monosílabo:

– No.

Pero si aquella situación ya de por si era compleja, todo apuntaba a que todavía lo iba a ser mucho más…

– ¡¡Tal vez se haya lanzado al vacío!! – gritó con desesperación -.

Pensando, que, quizás, aquel tipo fuese un psicópata, mis piernas empezaron a flojear y un frío sudor recorrió mi columna vertebral.

Entré en un leve estado de nerviosismo que no podía controlar, y fui alejándome cada vez más del lugar donde me encontraba. Pero para evitar mi huida, quiso detenerme implorando aquellas agrias palabras que me dejaron inmóvil:

– ¡¡Espera!! ¡No te vayas Karen! Soy Ezio, ¿te acuerdas?

 Confusa y mordiéndome con fuerza los labios, mi mente empezó a centrifugar en su interior aquel nombre en busca de una respuesta. Y fue entonces, cuando el miedo que invadía mi cuerpo se apiadó de mi por un instante, ofreciéndome una lógica explicación al pensar que, tal vez, le hubiese conocido en una de esas noches en la que la pasión anula la lógica y la razón, y cuando regresa la luz del día y despiertas, no recuerdas nada… Ni si hubo noche, amante, ni si hubo nada de nada…

Continuará…


Anna Val.